–Sobre nuestra relación con un parque como Collserola–

La era que ahora muchos llaman del «antropoceno» indica la destrucción causada por nuestro género. Nuestra voracidad está detrás de la sexta extinción masiva, el repliegue de habitats para otras especies, no por último facilitando pandemias como la que hoy nos pone en «stand by» general.
¿Somos destructivos por naturaleza, como el término «antropoceno» implicaría? ¿Quien es ese «nosotros» excesivamente voraz? ¿No será más bien que la destrucción es propia de nuestra civilización, que históricamente se ha entendido a sí misma como dominadora, conquistadora de la naturaleza? Si ligamos la devastación planetaria a nuestro singular modo de vida, nuestra era no debería llamarse del antropoceno, sino del «capitaloceno», como argumentan algunos, prominentemente el sociólogo Jason W. Moore. Pues el quid de la cuestión es: no todos los humanos son como «nosotros». Remito a un conversatorio entre los investigadores Jorge Riechmann y Josefa Sánchez Contreras1 en el que ésta última recalca, una y otra vez, que no son todos los seres humanos los que abusan de y agotan su entorno. Defiende Sánchez que no solo es posible para el ser humano tener una relación sostenible con el resto de la vida sobre el planeta, sino que en nuestro presente existen comunidades humanas así, y pone como ejemplo a la suya propia: el pueblo Zoque, de México.
Es posible aprender a relacionarnos de otra manera con el resto de vida sobre nuestro planeta. Nuestro lente cultural occidental (tan invisible como el aire que respiramos) nos lleva a imaginarnos como dominadores de todo lo que consideremos naturaleza; así, entendemos a esta última como afuera de nosotros, como si siguiéramos situándonos en otro reino distinto al reino animal.
Se puede tomar a muchos pueblos originarios (léase: que no han sido subsumidos por la occidentalización) como ejemplo de que se puede vivir conscientemente como parte no separable de la «naturaleza», y así, proteger la vida en los lugares que se habitan. Aquí no se trata de recrear un «buen salvaje», pero en general se puede decir que en este momento los pueblos indígenas representan la vanguardia en cuidados a la vida planetaria (véase por ejemplo este reciente reporte de las Naciones Unidas). Esto lo logran aún en conflicto frontal (no es sorpresa) con sus respectivos Estados.
Vamos ahora más cerca: al parque de Collserola. Nuestro ‘sentido común’ nos diría que un parque para ser reserva tiene que dejar afuera la actividad humana, pues, lo dicho, vivimos adentro de este imaginario de separación de la naturaleza. Era también mi pensamiento como ambientalista amateur. Cual sería mi sorpresa al oír que la actividad agrícola adentro de Collserola, lejos de ser destructiva, es deseable, pues ¡aumenta la biodiversidad! (está claro: se trata de cultivos ecológicos). Esto concuerda con preceptos de la permacultura que plantea que en las zonas limítrofes entre un ecosistema y otro es donde se da más diversidad. El mismo Parque de Collserola mantiene cultivos (por ejemplo en Can Cuiàs o en Valldonzella), planta cereales pero no los recoge. Así no solo se fomenta la biodiversidad sino que también se evita el abandono de tierras de cultivo.
Volviendo al tema del capitaloceno: hemos dicho que nuestro modo de vida no es compatible con la «naturaleza», queriendo decir: con nosotros mismos. Pero este modo de vida hace agua y está siendo cuestionado, enfrentado, por doquier. Nuestros huertos, como el de Can Pujades, y también la tenencia de animales de granja en régimen de respeto hacia otros seres vivientes, y no de explotación, son pasos para reinventarnos. Éstos sí son compatibles con el bosque de Collserola, y también con un futuro viable para el «nosotros» que salga de las cenizas.
Huerto de Can Pujades La Rural de Collserola
Como humanos podemos vivir sin dañar el fundamento que nos mantiene vivos, los indígenas de todo el mundo son prueba viviente de ello. Pero ¿y que hacemos en Collserola, si aquí no hay indígenas? Pues miremos mejor, tal vez si los hay… ¿ya han visto al «Agroyoutuber» de Collserola: Damià Gibernet? Búsquenlo y ¡lleguen a sus propias conclusiones!
Por: Gisela Ruiseco/ Can Pujades
1 Mi reseña de este conversatorio: https://fueradelmito.wordpress.com/2020/06/21/sobre-la-disfuncional-cultura-dominante-y-las-cosmovisiones-alternativas/