Hoy, se está haciendo más visible que las demandas por cambios necesarios para frenar el caos climático perturban frontalmente al business as usual. Parte del mundo empresarial puede ser reacio a cambiar, más allá de “verdear” superficialmente sus actividades económicas. Lo vemos ahora en el tema de la ampliación del aeropuerto de Barcelona. Se llegó el momento en el que la inercia de las empresas y de una economía que solo se puede entender a sí misma creciendo, se vea cara a cara con la imposibilidad de seguir como siempre.
Desde Can Pujades defendemos los cultivos sin agrotóxicos y locales por múltiples razones que van más allá de la salud. Se trata de ayudar a dar forma, en nuestra pequeña escala local en Collserola, a un cambio estructural del sistema alimentario. La idea es que solo muchos pequeños y locales esfuerzos, en todo el globo, podrán ser la respuesta al presente sistema que se derrumba. Pero los esfuerzos locales no bastan.

Muy pocas personas son conscientes de cómo funciona el sistema alimentario mundial actual. Sí son conocidos, por ejemplo, casos como el del sur de España, que alimenta a Europa, a costa de envenenar y degradar la tierra, agotar los acuíferos, abusar de seres humanos desesperados que han migrado … El problema se ha hecho muy visible con el presente desastre en el Mar Menor.
Menos personas saben que el mercado mundial de alimentos, en todos los niveles, está controlado por un puñado de corporaciones que detentan un poder nunca visto. Por ejemplo, imponen precios a los productores, condenando a comunidades enteras al hambre, y a la migración, cerrando el círculo brutal de abuso que éste sistema ocasiona. El sistema alimentario corporativo nos ofrece “petroalimentos”, que ya han dejado su estela de venenos, a precios irrisorios. El “mercado” –ese ente personificado que dejamos que obnubile todo criterio aparte de la ganancia– bendice, y las políticas públicas todavía apoyan.
El resultado de este sistema: acaparamiento de tierras, monocultivos gigantescos, cuya mayoría no nos alimentan, sino que son para el ganado o para biocombustibles, mientras que los campesinos que sí nos alimentan (producen 70-80% de nuestros alimentos) están entre la espada y la pared. Más efectos: 21-37% del efecto invernadero está causado por la agricultura, un tercio de los suelos del planeta ya están degradados, la Amazonía se quema, cada día un poco más…
Hasta ahora no se había tratado a la agricultura como tema central en los esfuerzos para atajar el cambio climático. La próxima Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios, convocada por las Naciones Unidas, y que tendrá lugar el próximo 23 de septiembre, debería ser una buena noticia. Lamentablemente esta cumbre amenaza con apuntalar el sistema caduco que está causando los problemas en primer lugar. La cumbre ha surgido de negociaciones internas entre la ONU y el Foro Económico Mundial (establecido por 1000 de las mayores corporaciones del mundo), que la patrocina; sus líderes son los defensores de soluciones de alta tecnología, y de la tan dañina «revolución verde».
Queremos señalar que en esta cumbre se corre el peligro de ignorar todas las soluciones que se han estado trabajando desde la agroecologia, respaldadas por científicos, organizaciones campesinas y activistas medioambientales. La cumbre solo contempla un modelo de agricultura: el corporativo, como señala la ONG Grain. No ha habido un trabajo previo con organizaciones que si hayan estudiado y fomentado cambios sistémicos, como el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de la FAO.

Múltiples organizaciones medioambientales internacionales como las que conforman el Mecanismo de la Sociedad Civil del Comité de Seguridad Alimentaria o IPES-Food, están realizando un masivo boicot contra la cumbre, con sitios especiales en internet que informan (ver foodsystem4people.org ). Can Pujades se suma a la protesta.
Por Gisela Ruiseco Galvis/ Can Pujades
Fuentes y más información/ firmas:
Caricatura: polyp.org.uk